El clásico 'morreo' o beso de tornillo, dispara la frecuencia de nuestro latido al doble y sube la tensión sanguínea. Los sentidos se ofuscan y todo sucede como si los que se besan se hubiesen vuelto ciegos y sordos.
¿Por qué al hacerlo se inclina la cabeza hacia la derecha?
Los fetos y los recién nacidos ya tienden a dormir con el cuello inclinado hacia la derecha. Y el 80% de las madres acunan a sus bebés en su brazo izquierdo, lo cual deja libre la mejilla derecha para besos y caricias. De ahí en adelante, lo habitual será que asociemos ese lado con el cariño.
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