La brillantina reluce por algo bien sencillo:contiene una sustancia que refleja poderosamente la luz. No creamos que se trata de un invento reciente: la primera aparición conocida de la brillantina se produce en pinturas rupestres de hace más de 40.000 años.
Para conseguir ese brillo característico, además de una tonalidad blanquecina, se utilizaba la mica: fue la primera purpurina de la historia. De hecho, desde tiempos inmemoriales, en el festival hindú Holi de exaltación de la primavera se usa la mica mezclada con otras sustancias para aplicarla en la piel y provocar ese mismo efecto que hoy vemos en las noches de fiesta y discoteca.
Recordemos que la mica es uno de los minerales más abundantes que existen, pues alcanza casi el 4 % del peso total de la corteza terrestre, y que se emplea a nivel industrial como excelente aislante térmico y eléctrico. No suele encontrarse sola, sino asociada a otros minerales, como el cuarzo y el feldespato.
Pero la mica no es el único elemento que se ha usado para relucir y brillar. Las cortesanas de la antigua Grecia recurrían al albayalde o blanco de plomo mezclado con miel para el rostro, y así mantener un tono blanquecino de la piel. El problema es que podía causar la muerte por envenenamiento por plomo, al ser absorbido y acumulado en el organismo.
Hoy se emplean otras sustancias, como el naftalato de polietileno, con el que se consigue un poder reflectante del 98 %. En casa también podemos crear nuestra propia brillantina: basta con mezclar sal con un colorante alimenticio y meter la mezcla en el horno unos diez minutos. Finalmente, se machaca para deshacer los grumos y listo.