Solo en la Vía Láctea podrían existir cientos de miles de millones de planetas parecidos a la Tierra, capaces de albergar vida. Eso es lo que se desprende de los cálculos realizados por un equipo de científicos planetarios de la Universidad Nacional Australiana a partir de los datos obtenidos sobre los más de mil exomundos que ha descubierto el telescopio espacial Kepler de la NASA.
Este estudio, impulsado por Tim Bovaird y Charley Lineweaver, mantiene que un sistema estelar típico suele poseer dos planetas en la denominada zona de habitabilidad, una región en la que la distancia de estos objetos a su estrella permite la presencia de agua líquida en su superficie y el desarrollo de la vida. “Los ingredientes para que esta surja se encuentran de forma abundante, y ahora sabemos que esto también ocurre con los entornos habitables”, señala Linewear, profesor de Astronomía y Astrofísica en la citada institución. “Hemos utilizado la ley de Titius-Bode, una hipótesis planteada en el siglo XVIII que pone en relación la distancia entre un planeta y su estrella y la posición que aquel ocupa en el sistema, y la información aportada por el observatorio Kepler para predecir el lugar en el que se encontrarían los mundos que esta sonda no puede ver”, indica.
Para Linewear, “lo que no está claro es que el universo bulla de alienígenas de inteligencia parecida a la nuestra, capaces de construir radiotelescopios o naves espaciales. De otro modo, probablemente ya sabríamos de ellos. En ese sentido, es posible que el desarrollo de la vida se tope con algún cuello de botella que aún no hemos tenido en cuenta, o quizá sí existen civilizaciones inteligentes de algún tipo, pero con tendencia a autodestruirse”.
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