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sábado, 28 de marzo de 2015

Montañas orográficas.

No resulta nada infrecuente observar este tipo de nubes horizontales custodiando las cimas de las montañas, debido a que su formación está asociada a la orografía del terreno.

Cuando una masa de aire caliente y húmedo encuentra a su paso una ladera empinada, el aire se ve obligado a ascender a capas más frías; entonces, el vapor de agua se condensa y da lugar a estas formaciones que suelen durar unas horas. La cima del Everest o la del monte Cervino casi siempre están adornadas por una de estas nubes orográficas en forma de bandera.

También son muy habituales en Los Andes del sur, cuando hay vientos del oeste procedentes del océano Pacífico. Igualmente se producen a menudo en el noroeste de Estados Unidos (estados de Oregón y Washington), y en la provincia canadiense de Columbia Británica, con vientos que vienen del norte del océano Pacífico. Los lugares costeros con montañas pueden llegar a tener 2.500 mm de precipitación por año. Las localidades al lado de las montañas en el paso de los sistemas de tormentas, reciben la humedad en forme de agua líquida o de nieve.

Las nubes orográficas permanecen pegadas a las cumbres donde se han originado, y su disposición y tamaño varían desde pequeños penachos en la cima o por encima de esta hasta grandes mantos que llegan a cubrir toda la elevación como una cascada. Suelen ser aplanadas, aunque con fuerte viento pueden aparecer turbulentas y arremolinadas, especialmente en zonas muy altas.


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