Rosetta, que será la primera nave humana que presencie el ascenso de actividad del cometa conforme aumente su temperatura, ha descubierto que el núcleo sólido del cometa es más poroso y esponjoso de lo que se pensaba hasta ahora. Según los expertos, está formado por polvo, roca y gas congelado.
También se ha documentado el movimiento del agua, el monóxido y el dióxido de carbono a través de la coma o cabellera difusa del cometa, lo que ha revelado complejas relaciones con el núcleo del mismo. “Vemos picos en las lecturas de agua, y unas horas más tarde, otros picos en las del dióxido de carbono y esta variación podría ser un efecto de la temperatura o algo estacional, aunque también podría apuntar la posibilidad de migraciones del cometa en el sistema solar primitivo”, explica Myrtha Hässig, coautora del estudio.
Los instrumentos de Rosetta han registrado multitud de otros datos de este objeto como la presencia de compuestos orgánicos en su superficie, opacos, pero con muy poca agua congelada, lo que indice que esta zona suele estar iluminada por el Sol, de ahí su deshidratación o el hecho de que 67P Churyumov-Gerasimenko sea mucho más oscuro que objetos como la Luna.
La existencia de una magnetosfera es el tercero de los factores a destacar en este macroestudio sobre el cometa. Gracias a los datos del instrumento de microondas del orbitador de Rosetta (MIRO) han identificado patrones de temperatura diarios y estacionales bajo su superficie. Los resultados revelan la existencia de flujos de calor y sublimación del hielo, por lo que la mayor parte del agua helada se va perdiendo poco a poco.
Todos estos datos representan el mejor retrato de un cometa hasta ahora. Pero la misión no acaba aquí. Los científicos se muestran ilusionados por conocer nuevos datos sobre su estructura y composición mientras Rosetta acompaña al cometa a su periplo hacia el Sol. ¿Nos aportará nuevos datos también la sonda Philae?
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